17.10.12

Nuevos Comienzos



Hoy hablaremos de nuevos comienzos, de finalizaciones que significan nuevos horizontes. También quiero hablar de decisiones, de momentos cruciales donde te enfrentas a dilemas y simplemente tienes que hacer algo. Si queremos dirigir nuestras propias vidas, debemos hacernos cargo del control de nuestras acciones.
Benjamin Disraeli dijo algo que es lo siguiente: “El hombre no es la criatura de las circunstancias, sino que las circunstancias son las criaturas de los hombres.” Creo firmemente que son nuestras propias decisiones, y no las condiciones de nuestras vidas, las que configuran nuestro destino más que otra cosa.
El no decidir es ya, en sí misma una decisión. Sin embargo es una decisión conveniente que consiste en dejarse llevar por las circunstancias, por los demás, y por el status quo de las cosas. Tomar una verdadera decisión significa comprometerse en alcanzar un resultado, y luego descartar cualquier otra posibilidad que no sea esta.
La mayoría de las personas experimentan algo que escuche y lo llaman “el síndrome Niágara”. La vida es un río, al que se salta en ocasiones sin haber decidido realmente dónde se quiere ir a parar. Por ello, no tardamos en sentirnos arrastrados por la corriente, por los acontecimientos, los temores, los desafíos. Cuando se chapotea en el agua, no se decide conscientemente a dónde se quiere ir, o cuál es la dirección correcta que tomar. Nos limitamos a “dejarnos llevar por la corriente”. Nos convertimos en parte de la masa de gente dirigida por las circunstancias, en lugar de por propios valores. Por último nos sentimos fuera de control. Permanecemos en este estado inconsciente hasta que un buen día nos despierta el estruendo del agua, para descubrir que nos encontramos a pocos metros de las cataratas del Niágara, en un bote sin remos. Y en ese momento uno exclama “¡Oh, mierda!”. Pero para entonces ya es demasiado tarde.

Las decisiones son de tres tipos:

1. Decisiones acerca de en qué enfocar la atención (por ende en qué no fijarse).
2. Decisiones acerca de lo que significan las cosas para uno (qué es lo importante y lo irrelevante)
3. Decisiones acerca de qué cosas tolerar y cuáles nunca más volver a tolerar.
Concretamente hoy hablaremos sobre decisiones de rupturas. Quizás decisiones difíciles, quizás no tanto, pero de repente se toman con cierto temor, y justamente se aplazan por ese mismo temor: a la soledad, al dolor, al sufrimiento, a la ausencia, a la reincidencia, lo que sea. Cuando las cosas se han intentado y por la razón que sea no se ha logrado consolidar una relación, lo mejor es terminarla en el momento en que aún las cosas no han llegado a su máximo grado de deterioro. 

Si andas en un momento así, o de repente ya has tomado la decisión hace un buen tiempo pero te sientes estancado, quiero decirte que puedes hacer ciertas cosas para sentirte mejor, para tomar impulso y para enfrentarte a un panorama lleno de oportunidades. 

1. Sácala del pedestal: Empieza a cambiar tus imágenes y tus sensaciones hacia algo más realista. No empieces a darle espacio mental a la nostalgia, que te recuerda momentos y te hace ver lo especial que era, simplemente observa todo el panorama de la relación, valora lo bueno, y definitivamente comprométete a evolucionar y no repetir patrones. Quizá hayas observado personas que repiten patrones, y terminan involucrándose con el mismo perfil de personas, por lo cual reciben la misma cantidad de sufrimiento/inconformismo/ en cada relación. Ello se debe a que has idealizado un patrón de persona (no obstante haber terminado con ella), así que empieza a desarrollar una mente flexible y busca personas y espacios diferentes donde te alejes de esos patrones que nos persiguen.
2. Termina definitivamente: Es esencial finalizar toda esperanza de regreso entre ustedes. Cierra la puerta. No quiero decir que nunca jamás sea probable algo entre ustedes, de hecho, ayer me reencontré con un viejo amigo vía facebook, y me contaba que se ha casado con una mujer a quién había conocido hace unos años, tuvieron una relación corta y luego terminaron, estuvieron alejados años, y al final terminaron juntos otra vez y conformando una familia. Las vueltas de la vida son impredecibles y traen consigo sorpresas, sin embargo, son cosas que ya no dependen de ti y mal harías en darle alas a una esperanza. Termina las cosas, termínalas definitivamente, y ya la vida se encargará de mostrarte el camino. Evita pensamientos rosados del tipo “si es para mí entonces será para mí”. Bueno, quizá sí… pero actúa como si no.
3. No la contactes: . Ok. Este es un punto controvertido. Las mujeres creen que pueden ser amigas de uno, incluso cuando unos días antes tenían una relación íntima. He comprendido que no lo hacen porque no hayan sentido nada por ti y no les cueste trabajo verte como un amigo, lo que sucede es que para el cerebro y la sensibilidad femenina cuidar los vínculos es algo relevante, y mucho de su pensamiento se orienta a no deteriorar relaciones, ni romper lazos. Nosotros los hombres pensamos en principios de “justicia” y por ello podemos ser mucho más radicales. Ambos puntos tienen fortalezas, pues cuidar los vínculos es una virtud para construir familias, así como la justicia masculina nos permite imponer orden.
El punto acá es que el Principio de No Contacto busca no generar daño emocional. Consiste en que te alejarás de ella por un muy buen tiempo, nada de msn, nada de mail, nada de facebook, nada de nada. De repente para ti no debe ser muy agradable saber que ella ya está saliendo con otra persona, y quizá para ella tampoco lo sea, quizá no sea fácil verla y desear darle un beso. Así que corta por lo sano y evítate esos temibles “repasos” que lo único que hacen es que te estanques y no avances. No mires atrás, sino quedarás convertido en estatua de sal.
4. Anota las razones de la ruptura y los aprendizajes: Elabora un documento, en el cual darás un balance tanto a lo bueno como a lo negativo de la relación. Capitaliza todo como aprendizaje, lo bueno y lo no tan bueno. Ello te servirá para darte cuenta que las decisiones que has tomado tienen un contexto, y se dieron por un motivo, así que con el tiempo, cuando vuelvas sobre ellas les darás fundamento y podrás seguir adelante sin entrar en fases “amnésicas”, donde se te olvida por qué fue que terminaron y que luego terminan en idealizaciones.
5. Evita a sus amigos y los lugares que frecuentaban: No entrés en territorios donde puedes asociar su presencia y entrar en depresión porque cada cosa te acuerda de ella. Cambia rutinas, cambia hábitos, encuentra un nuevo círculo social. Tu cerebro ha asociado innumerables cosas con ella, así que debes crear nuevas asociaciones que te permitan comenzar de nuevo y dejar atrás lo terminado.
6. Guarda todas las cosas que tengas en casa y que traigan sus recuerdos: Empaca cosas como fotos, cartas, ropa y otras cosas en una bolsa y guárdala. Empieza a poner nuevas imágenes y a crear nuevas asociaciones, así como a desarmar asociaciones que tengan que ver con ellas. Preserva tu mente, ya en tu cerebro se dispararán muchos recuerdos y momentos por el hecho de su ausencia, pero evita que además de tus ideas internas, las cosas externas compliquen tu proceso.
7. Ten cuidado con los objetos prestados: A menos que ella se haya quedado con un lingote de oro, o con tu cédula o tu pasaporte (una vez me pasó), o quizá con tu computadora, ten cuidado del intercambio de cosas personales que el otro(a) tiene. Si verla te causa aún dolor y te recuerda cosas negativas, deja ese intercambio para la ocasión en que estés muy bien, y de repente piensa que si son cosas tontas (algún cd, algún libro) es mejor dejar esas cosas en el pasado. Cuando termines piensa en que lo mejor es dejarse de ver en un muy buen tiempo y en que no se deben utilizar pretextos para ver a esa persona que, por un buen tiempo, es mejor no volver a ver.
8. Declárate fuera del mercado por unas semanas: No creas eso de que un clavo saca a otro clavo, porque podrás dañar un clavo que no quería ser dañado. Así que céntrate en ti mismo, vuelve a ti, no niegues que quizá pasarás por momentos de tristeza. Elabora lo que tengas que elaborar en soledad, date tiempo para sentir la necesidad de otra persona. A continuación vuelve a empezar y vuelve a salir con todos los ánimos posibles.
9. Acepta la realidad: Ella ya no está: Entre más rápidamente aceptes la realidad de que ella ya no está más rápido podrás seguir adelante. Así que detén esos pequeños pensamientos que llegan a tu mente y te dicen “ella entrará en razón y llamará”.
10. Clarifica tu mente: No quiero que esto suene a “auto-ayuda”, pero no niegues los sentimientos de rabia, tristeza, frustración que puedan llegar. Simplemente trabaja en ellos, estúdialos y observa la manera en que puedes levantar sentimientos positivos hacia la relación que acaba de terminar. Si sigues con rabia, tristeza y frustración hay dos posibles desenlaces: el primero consiste en que eso te impedirá establecer relaciones nuevas porque toda tu energía está enfocada aún en la relación pasada y en lo mucho que te hirió: el segundo consiste en que si logras establecer una nueva relación puedes terminar llevando todos esos sentimientos a esa nueva persona y de alguna manera proyectar tu relación pasada en ella, o resultar irritante por tus arranques de rabia, tristeza y frustración.
11. Aprende de tus equivocaciones: Una vez que has trabajado tus emociones negativas, empieza a ver los aprendizajes y aquellas cosas en las cuales tú mismo debes crecer para cambiar la historia en una nueva relación. Aprende de cosas tan básicas como tu manera de resolver conflictos, tu manera de argumentar y pedir las cosas, tu manera de mostrar tus sentimientos, tu forma de entregarte. Uno no puede caer dos veces en el mismo hoyo.
12. No compares: Evita los jueguitos mentales de comparar a las dos personas, trata de pensar que es una persona nueva, diferente, con su mundo propio y que si te has fijado en ella ha sido por algo. Céntrate en que tu nueva novia es alguien único, especial y como tal diferente de todas las demás mujeres del mundo. Quizá con ella aprendas cosas que ni siquiera habías imaginado. No hay nada más que decir en este punto.
Escrito A. Bonilla

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